"Nadie merece tus lágrimas... pero si alguien las merece, jamás te hará llorar..."
Anónimo.

jueves, 26 de febrero de 2009

Va por ti, Javier


Cuando la muerte se acerca a tu vida, en forma de un familiar que se marcha... uno siente que parte de la tuya se ha ido con él.
Te sientes algo vacío, algo fracasado y con esa sensación, siempre odiosa, de haber dejado cosas por hacer, cosas por decir...

La vida termina, al menos en la forma que en la percibimos, en que la conocemos... Y decimos eso de: "la vida me lo quitó, la vida se lo llevó..."
Pero hay personas que deciden dejarnos voluntariamente, que deciden que ya no quieren seguir caminando, seguir levantándose cada mañana para afrontar un nuevo día.
Cada amanecer, para todos nosotros es una nueva oportunidad para hacer cosas buenas, para vivir experiencias hermosas... pero cuando la mañana solo te muestra pesadumbre, dolor, tristeza y no puedes con ese peso.. La vida se torna despreciable...odiosa, enemiga que te mira de frente y se ríe de ti.

Muchos ya sabéis que he perdido a un primo hermano hace pocas fechas, en circunstancias terriblemente tristes, puesto que siendo jovén aún (47 años) decidió que ya no podía más. Que lo que aquí tenía, no le compensaba el sufrimiento.
Y la fría mañana en que nevó copiosamente en Madrid, se acurrucó consigo mismo junto con la naturaleza a la que amaba, junto a la tierra que en definitiva es quien le dio la vida... y se durmió para siempre... sus pastillas le dieron el empujón y la nieve conservó su cuerpo, como si quisiera quedar tal cual, durante los días angustiosos que tardamos en encontrarlo.

Aunque no así su alma, que voló blanca, feliz, libre y sonrió al ver allá abajo, el envase que le atrapaba, mordaza y piel. Un cuerpo que no le dejaba respirar.... un corazón que se empeñaba en latir y latir cuando él, Javier, tan solo deseaba escapar, volar y ser ligero, mezclarse con el viento, correr por entre las hojas de colores y ver amanecer haciéndose color, haciéndose sol con el sol, calor con el calor. Un nuevo ser cada día. Un renacer constante...
Pagar el tributo por estos placeres era dejar de compartir espacio con su hermano, con sus padres, era un caro precio que sabía que tenía que pagar para conseguir su deseo y lo pensó, lo maduró y lo decidió...

El suicidio siempre produce sensaciones encontradas en propios y extraños... Unos dicen, "pues qué cobarde... no enfrentar y solucionar sus problemas..." otros opinan "Hay que ser muy valiente para dejarlo todo y marchar..."

Y yo pienso que ninguno de nosotros tenemos derecho a cuestionar cómo Javier se sintió para decidir dejarnos... Con qué derecho nos atrevemos a juzgar a alguien que decide sobre su vida...
Desde cuando es obligatorio estar "atado" a la vida... arrastrarse por ella con dolor.... ¿no es eso un terrible castigo?
Acaso no es un egoísmo querer mantenerlo a nuestro lado, a costa de lo que sea, de su dolor, de su pena....
Mucho más coherente sería dejarle marchar con la alegría del que emprende un largo viaje que le ofrece la felicidad ansiada. Un viaje sin equipaje. Con billete de ida.

Javier se fué, sí, y dejó mucho dolor, mucha tristeza y preguntas, miles de preguntas sin respuesta. Una herida que sus padres seguramente nunca dejarán de ver cómo sangra... Un hermano confundido, con la duda, ta vez, de haber fallado en algo, de no haber hecho lo suficiente...
Yo quisiera hacerles ver, que se puede sentir una especie de alegría por el triunfo de un deseo cumplido... Por la conquista de la libertad. SU libertad.
Y ser capaces, ahora, de sentir como juguetea entre nosotros, como aire. Como se mueve a sus anchas entre nuestros dedos... sopla nuestro cabello. Susurra pensamientos a nuestro oído... cómo ríe, por fin, a carcajadas, sin cara, sin piel ,sin dolor, ni pena.
Besará cada noche la frente de sus sobrinos y un soplo de ternura recorrerá de nuevo, como de niño, el regazo de su madre, que sentirá tal vez, sin saberlo, una sensación estremecida de algo conocido, un aroma que pasa suave de repente y un perro que parece mirar algo donde no lo hay...

Javier, sé que estás por aquí, que andas tarareando esa música que fue tu vida... Que nos esperarás a todos para cuando "la vida nos lleve".
Decirte que yo sé que ahora estás feliz.
Y decirte, querido primo, que desde que te fuiste, curiosamente, me has enseñado el camino de muchas cosas buenas. Me has dejado en las manos a un hermano que te adora, que te piensa. A unos padres que intentan comprender... asumir. Que me regalan ahora su cariño y su tiempo. Que al aparecer en mi vida, la enriquecen, brindándome la oportunidad de acompañarles.
Te llevo en la frente, como esas lecciones presentes y de nuevo, tal como hizo nuestra abuela, me regalas cosas hermosas cuando ya no puedo darte las gracias...

Bendita manía la de esta familia, de dejar regalos cuando os vais...

Ahora soy tu prima más que nunca, porque ahora puedo sentirte dentro, porque ahora eres de todos. Has conseguido expandirte y regalar luz y brillo.
Quédate por aquí y mira cómo todos van a sonreír con tu recuerdo, van a entender porqué te fuiste y a confiar que un día, en un hermoso valle, podremos compartir una tranquila conversación sin límites, de alma a alma.

En memoria de Javier Quer Guzmán, que es mi primo, que decidió dejar esta vida, y que yo nunca voy a cuestionar sus razones.
Un beso,

jueves, 12 de febrero de 2009

Una señal en el cielo...


He escrito un pequeño cuento, para pensar y entretenerse... (Ya se publicó en Relato Completo Relato Comansi) . Espero que os guste. He elegido esta música para ambientarlo. Pulsa play, si deseas escucharla mientras lo lees... creo que te agradará.





"Un destello rosado iluminó parte del cielo.

Europa dormía y nadie se molestó en mirar…

Durante días, aquella extraña presencia, mandó señales y destellos de luz cada noche y cada día… Mientras, el viejo continente caminaba nervioso, a trabajar, subir, bajar…preocupados por rendir, por ganar un nuevo peldaño…


¿Ni siquiera esos humanos pequeñitos miraban hacia el cielo nunca? Se preguntaba, allí, tras las nubes, aquella hermosa masa gaseosa y brillante que se escondía y husmeaba nuestro bello planeta.

Había llegado sin querer… paseaba por la inmensidad del Universo y de repente lo vio… una hermosa bolita azul… y se acercó a mirar, con cautela, sabía que otros mundos y el suyo, no podían mezclarse, pero nadie le dijo que no mirase…


Y vio, valles hermosos, ríos caudalosos que dibujaban como nervios la superficie de ese planeta azul… selvas, montañas grandiosas. Y todos sus habitantes… ¿Cuántas especies podría haber? Cientos… miles… millones de ellas…
Los erguidos a dos patas, sin duda son los humanos, de los que algo había leído en su memoria… También eran diversos. Algunos bellos y generosos, otros malvados y horrendos… Una curiosa especie.

Vivían en familias, con sus crías durante casi toda su vida… Habían creado una peculiar sociedad, casi tocando la felicidad… pero según había leído, se les escapó de las manos… Sus ríos comenzaron a secarse, misteriosamente se dañaban a sí mismos, la ambición les traicionó y su ecosistema se desestabilizó…


De todas formas, a la presencia, le seguía pareciendo un hermoso lugar… y por eso se acercó y decidió regalarles algo a esos humanos que estaban perdiendo el norte. Ella tenía la solución a sus problemas…
¡Pero necesitaba que algún humano le escuchase! ¡Una sola mirada para conectar con su señal!

Había elegido aquel lugar llamado Europa por ser el lugar más habitado, por ser el más inteligente y próspero… Por las noches, millones de pequeñas estrellas iluminaban sus ciudades, que jamás dormían…

Tras varios días y varias noches intentando que algún humano alzase la vista hacia ella… cayó en la cuenta de que se había equivocado y decidió que debía buscar otro lugar, donde el hombre sí mirase al cielo. Donde el hombre tuviese un momento, siquiera, para recibir su regalo…

Y eligió, esta vez, un pedazo de tierra más marrón, con pocas luces en la noche y menos habitado que la bulliciosa y próspera Europa…

Aquel lugar se llamaba... África."


"Observó antes de mandar sus bellos destellos.
Esta vez no quería fallar...

Vio como sus habitantes carecían de todo lo que en Europa tenían, pero les vio sonreír.
Vio como las madres, no se separaban en todo el día de sus retoños. Éstos jugaban en grandes extensiones al aire libre y compartían comida y techo.


No encontró grandes construcciones, sino humildes cabañas o chamizos que apenas si les protegían del frí
o de la noche y del abrasador calor del día… Parecían felices, pero sus cuerpos casi desnudos… sus pies descalzos… Les vio recorrer kilómetros para buscar algo de agua y la comida era conseguida con grandes esfuerzos…

Sí, pensó. Este es el lugar…


Esa noche, lanzó un solo destello… En África central todo el mundo alzó su mirada al cielo. No había más luz que esa bella ráfaga rosada.


Como una lluvia, algo comenzó a caer del cielo. Una especie de gelatina que se pegaba a las caras de los niños y a las piernas, los brazos… y el bienestar comenzó a invadirles… Comenzaron a recibir capacidades increíbles, datos de su subsuelo y los secretos de todas las artes conocidas en la tierra, los secretos de su propia esencia…

Una sonrisa se dibujaba en sus caras…
Los hombres, paralizados frente a aquella sensación, comprendieron que tenían trabajo por hacer y comprendieron también que su tierra era rica, rica en grandes recursos…

Aquella lluvia se convirtió en barro en las personas que dirigían con maldad aquellos pueblos y les despojó de todos sus valores. Les borró la memoria y la ambición, haciendo de ellos personas amables y generosas, que pronto se pusieron al servicio de la comunidad…

Aquella lluvia borró los odios de los pueblos, acabando así con todas las guerras en marcha. Acabó con el hambre, nutriendo al instante a cada ser que tocaba…

Ella disfrutó co
n esa visión, mientras se marchaba… a seguir con su paseo…

Pasado el tiempo volvió y el planeta azul era, si cabe, aún más hermoso que antes… África había recuperado su lugar en el planeta, su trozo de tierra era ahora fértil y bello…

Europa tenía menos luces, pero sus habitantes, de vez en cuando, miraban al cielo.

Surgían, salpicando el paisaje acá y allá, pequeñas huertas, pequeños terrenos donde jugar, casas más peq
ueñas… Las grandes ciudades iban siendo abandonadas para recuperar la vida con la naturaleza… reconciliarse con el agua, la tierra, el viento…

Y ella estuvo satisfecha de haber regalado a estos seres tan primitivos algo que ella tenía en cantidades…
Unas gotas de Sentido Común…"

Un beso,